
Habíamos quedado satisfechos de
nuestra primera incursión a la ruta de Montserrat y habíamos decidido
realizarla con toda la trupe. Así que al primer domingo que se pudo, se llevó a
cabo.
En la Llana aparecieron Sergi, Miriam,
que estrenaba bici nueva, Melani, Miguel (que por fin se apuntaba) y un
servidor. El día no pudo ser mejor: el sol brillaba con fuerza, libre de toda
nube, lo que sin duda nos permitiría gozar de la panorámica de Montserrat
durante la mayoría del trayecto.
Tras repasar la primera incursión,
mirando y remirando el Google Maps, había decidido hacer la ida a Ullastrell
por el mismo camino que la vez anterior y el regreso a Rubí explorando un nuevo
camino, que en el momento de la salida no sabía exactamente dónde nos llevaría.


La ida fue un paseo, a ritmo
tranquilo pero constante subimos sin apenas pararnos de la bicicleta. Sin embargo,
al llegar a la altura de Vista Alegre, Don Mike, se percató que la rueda
trasera de la picon’s bike perdía aire. Parada obligada y taller improvisado:
cambiamos la cámara y guardamos la vieja para repararla más adelante.
Proseguimos nuestra ruta sin más incidentes y llegamos hasta Ullastrell. Allí
tantee al personal, la gente estaba muy contenta con la ruta y tenía ganas de
más. Explique mi idea de volver por otro camino, consiguiendo así una ruta
circular, y expliqué los riesgos.

Aceptada la propuesta, tiramos “pa
lante”. Cruzamos la carretera y recorrimos la urbanización de Can Amat, al
final de la cual dimos con el camino de la “
Serra
de l’Oleguera”. Cruzamos la carretera de Martorell e iniciamos el descenso.
Hay que decir, que la “
Serra de l’Oleguera”
es el camino que se utiliza para la peregrinación a Montserrat desde Rubí por
lo que estaba convencido que ese camino, de alguna u otra manera, estaba
conectado con nuestro destino, de manera que sólo teníamos que encontrar esa
conexión.

Iniciamos el descenso por una
pista ancha y enseguida cogimos velocidad. El camino está lleno de saltos, así
que Miguel, Sergi y yo no divertimos de lo lindo haciendo volar las bicis. Íbamos
reagrupándonos cada poco para explorar las posibilidades del camino y para
esperar a nuestras chicas, mucho más sensatas sobre la bici que nosotros. En
una de esas paradas, encontramos un camino a la izquierda con indicaciones del “
Centre Excursionista Rubí”. Desde nuestra
posición podía verse el vertedero de Can Carreras, cercano al instituto
JV Foix. Era evidente que ese camino
podía llevarnos a Rubí. Sin embargo, al asomarnos al camino nos topamos con una
pendiente empinadísima con una enorme regadera en su interior que nos disuadió
de aventurarnos por ese camino. Optimistas como somos, pensamos que habría una
manera más accesible de llegar a nuestra ciudad, así que decidimos seguir por
la pista ancha y sus saltos. Comenzamos el último tramo de descenso sin saber
dónde acabaríamos, gozando de la velocidad y de los saltos que más de un susto
nos dieron. Cuando fuimos a darnos cuenta estábamos en Castellbisbal. Tocaba
subir y ¡de qué manera!

Encontrarnos en Castellbisbal,
cuando hacía rato que soñábamos con una cervecita fresquita y un platito de
bravas, mermo nuestra moral y la media hora extra de bici se nos hizo eterna,
pero la resolvimos sin problemas. Llegamos a Rubí y nos fuimos directos a por
el “Vermú”.
Ya con la cerveza en la mano pude
comprobar que la ruta había satisfecho a todo el mundo. Vi en ese momento, que
Miguel no volvería a fallar y que el gusanillo de la bici se estaba asentando
en Miriam. El grupo estaba creciendo y las ganas del personal también. En adelante,
será más fácil que la gente se anime. Y, ya se sabe, cuanto más seamos….
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