Con el objetivo de alcanzar
Montserrat hemos ido realizando diversas incursiones con tal de, llegado el
momento, afrontar la ruta con las mayores garantías, teniendo las ideas más o
menos claras y convencidos de poderla realizar.

1ª Incursión: Sergi y yo
queríamos salir en bici, pero nadie más se apuntó, por lo que nos pareció buena
idea coger el camino que en ese momento nos parecía era el más adecuado hasta
Montserrat. La idea era aprovechar la salida en bici para reconocer el terreno:
comprobar si era fácil de seguir, qué tipo de terreno sería, si había mucha
pendiente, muchos tramos de carretera, etc. En cuanto nos pareciera suficiente
nos daríamos la vuelta y regresaríamos a casa.


Quedamos en la Llana y tras
hablar un poco de la ruta enfilamos hacía el Camí Roig , una pista ancha que
picaba un poco hacía arriba. Seguimos ese camino que nos llevó hasta “
els 4 vents”. Ahí cruzamos la carretera
de Martorell y por el lateral nos adentramos en una urbanización que debía
llevarnos a un camino. Lo encontramos. Era un caminito estrecho y sinuoso
repleto de zarzas a los lados y muy divertido que nos llevó hasta cerca de
Ullastrell pasando por Can Solà. Al llegar a una hípica vimos unos letreros que
indicaban Montserrat a la derecha y a la derecha que fuimos. Bordeamos la
hípica por una pista amplia y poco a poco el camino fue empinándose cuesta
abajo. Empezamos a bajar, pero la presión de la vuelta hizo mella, en la
siguiente señal que vimos nos paramos a estudiarla. El camino se dividía en
dos: por la derecha indicaba Castellbell y el Vilar, pasando por Rellinars; el
de la izquierda, iba derecho a Olesa de Montserrat.
Decidimos dar la vuelta y
volver por donde habíamos venido charlando tranquilamente de cuál de los dos
caminos sería más conveniente seguir cuando afrontemos definitivamente la ruta
a Montserrat.
Conclusiones: Toda la ruta fue
relativamente sencilla y asequible. El Camí Roig pica hacía arriba, pero sin
ninguna rampa de esas imposibles que nos hacen bajar de la bici. La ruta está
muy bien indicada: cada dos por tres se pueden ver las marcas “rojo-blanco” del
GR en los árboles, postes y farolas. Y, al menos hasta donde llegamos, no hay
tramos de carreteras con mucha circulación.
Sin duda, merecía la pena ese paseo, se llegara o no a Montserrat, así que habría que repetir y enseñar la ruta a los demás.
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