Sevilla tiene un color especial y una pared abollada

Que gustazo me dio llegar ayer y veros a todos tan juntitos y apiñados, con la mesa repleta de birras, especialmente en la zona donde se sentaba María, pendón, Maria. Qué gusto ver el esfuerzo de los organizadores de la Semana Santa concentrados en la ardua tarea de planificar la dieta de los comensales, mientras al otro lado de la mesa el sector más crítico trataba de boicotear el evento apelando a la dificultad de comunicarse en un local en que los decibelios estaban por las nubes. Al final se consiguió el propósito y la dieta fue una realidad, aunque muchos se dejaran las cuerdas bocales en el intento.

Una vez cumplido el objetivo primordial de la reunión aprovechamos la ocasión para ponernos al día los unos con los otros. Maria ha superado su crisis existencial y ha vuelto al cole volviéndose muy aplicada: al hablar con ella uno se da cuenta en seguida del cambio que se a producido en su persona, fijaros que hasta quiere ir a por nota en gimnasia. Jonat(h)an que me tiro el anzuelo de que tenía muchísimas cosas que contarme al final no me contó nada, pero se le veía la nariz despejada así que o ha encontrado otro hobby o por fin ha aprendido a jugar al squash. Además, al organizar esta quedada define perfectamente los pasos a seguir, pero a la hora de la verdad fue el primero en rajarse. Por dejarme con este insufrible suspense y por su temprana retirada queremos obsequiarle con la hermosa canción que suena en este site.

Sin duda, el gran momento de la noche lo trajo a colación Álvaro (aquel que en los primeros días de esta página se quejaba de que no salía en las fotos y que desde ese día ha dejado definitivamente de salir). Pues este personaje nos describió con todo lujo de detalles una curiosa manía que tienen las chicas sevillanas, que al parecer cortejan al macho dándoles a olfatear sus dedillos y que en el momento del apareamiento golpean su cabeza contra lo primero que pillan. En fin, una curiosidad antropológica que provocó una gran hilaridad entre los allí reunidos...

Y esto es en pocas palabras (365 para ser exactos) lo que se pudo vivir anoche en nuestra pequeña comunidad. Os dejo con la humillante canción dedicada a Jonatan.

AGUR