Mis amigos

Por norma general mis escritos suelen ser largos, pero trato de amenizarlos constantemente con bromas y comentarios irónicos para conseguir que tanta palabrería no se haga pesada y pueda digerirse de carcajada en carcajada. Hoy no escribo sobre cosas agradables. Mi pluma no la mueve la euforia o el grato recuerdo de un buen rato pasado, mis palabras las mueve la inquietud que embriaga mi ser después de ver, comentario tras comentario, como entre nosotros va creciendo una pequeña pelota repleta de resquemores. Veo, o mejor dicho, leo como unos y otros nos echamos a la cara injurias pasadas, constato como las pequeñas ofensas personales quedan mejor guardadas en nuestras mentes que las grandes alegrías y experiencias que hemos compartido, observo como unas palabras hirientes pronunciadas en un momento de ofuscación borran todos los actos buenos y divertidos del pasado.

Hoy no quiero hacer bromas, hoy quiero hablaros en serio, quiero cambiar mi habitual rostro de payaso de circo por la de amigo preocupado. Quiero dejar a un lado la risa y ser sincero: me encanta el grupo que hemos formado. Me gustan todos y cada uno de sus componentes, ninguno pasa desapercibido y eso es de agradecer. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. De la misma manera que todos tenemos cosas buenas es innegable que todos tenemos infinidad de defectos, algunos ya los vamos conociendo, otros tardaran más en florecer, pero sin duda algún que otro día harán su aparición. ¿y qué? ¿No es cierto que los ratos buenos que hemos pasados juntos son mayor en número que los ratos malos que hayamos podido tener? Y, si hubiera alguna manera de mesurar la calidad de los ratos buenos y los ratos malos, ¿No es cierto que los buenos serían de mejor calidad que los malos? La amistad es incondicional. Apreciar a alguien sólo por las cosas buenas que nos aporta es hacer trampa. Somos personas y este hecho no lo podemos obviar: estamos continuamente cagándola; somos susceptibles de dejarnos llevar por nuestras pasiones; a menudo somos egoístas y caprichosos; nuestro día a día puede jugarnos malas pasadas, y como todos somos unos capullos, al final acaban pagando los platos rotos nuestros más allegados. ¡Pero que le vamos a hacer! Estos capullos son mis amigos y no los cambio y, aunque es más que comprensible que en el momento en que me ofenden me ciegue la rabia, pasado ese momento debo pensar que su intención no era ofenderme y que, al fin y al cabo, todo ha sido un mal entendido.

Uaaaalaaa, alguien se ha colado en mi ordenador y ha robado mis pensamientos (mucho me temo que el payaso ha vuelto a hacerse con el control de mi personalidad). De todas formas, ya que está escrito lo dejaremos… ¡cuesta tanto trabajo borrar tantas palabras! En fin, mi reloj biológico me está informando de que es la hora de la comida y, pese a todo lo que he escrito sobre la amistad, no estoy dispuesto a saltarme una comida, eso sería ceder demasiado. De todas formas se me ha ocurrido un juego, quizá queráis participar o quizá paséis olímpicamente del tema. Como habéis visto estoy un poco nenaza esta mañana y me he puesto sensiblón, así que allá va mi propuesta: podríamos utilizar los comentarios para escribir frases cortas sobre la amistad, de esas que cada dos por tres podemos leer en los nicks de nuestros contactos del Messenger o, peor aún, de esas que podemos leer en nuestras agendas del colegio. Creo que con esto podemos echarnos unas risas y regresar al buen rollito. De todas maneras creo que se esta haciendo muy pero que muy necesaria una excursión de rutas NADA, ya tenemos propuestas, así que sólo nos queda poner fecha… toda una proeza pero habrá que intentarlo…

AGUR