Después de la visita al castillo de Montclar tomamos rumbo a la localidad cercana de Montsonís. Llegamos sin muchos problemas, aunque el Tomtom del Jona se empeñara en meternos por unos caminos igual de medievales que el pueblo que habíamos visto. Una vez allí dimos un pequeño paseo por el pueblo, digo pequeño no porque estuviéramos gandules y no quisiéramos pasear, sino porque con tres minutos de paseo a paso lento, te salías del pueblo. Eso sí, pudimos disfrutar de un café en el mismo lugar dónde comeríamos después de la visita.
A la una en punto nos reunimos en los exteriores del castillo de Montsonís con la nueva guía: una mujer de la misma franja de edad que la guía anterior, pero que debía de ser la alumna aventajada de la escuela de guías turísticas de Lerida. Mientras esta señora iniciaba su relato con las mismas ideas que nosotros ya sabíamos, Jonatan decidió demostrar sus dotes de piloto ante el tendido, demostrando que en cuanto a Tomtom está en sintonía con su navegador Gps, ya que confundió el pedal del freno con el del embrague precipitando su coche contra el que estaba un pelín más abajo. Para evitar la catástrofe decidió echar el freno de mano y, efectivamente, consiguió evitar la catástrofe pero a costa de pasar él, (y hacérnoslo pasar a nosotros) un momento bochornoso. ¡¡¡Si es que eso tendría que estar prohibido!!!
Ya dentro del castillo fuimos testigo de muchas cosas: que los nobles son unos horteras de la ostia y que los pasadizos secretos existen, pero están cerrados. Además, completamos nuestra sabiduría con ideas nuevas sobre los castillos: que no son tan grandes como aparecen en las películas medievales, que si el caballero de la entrada mira a la izquierda…bla bla bla, que si mira a la derecha… tararí que te vi y "si el caballer está mirant al frente"… entonces el inculto es el mecánico, que tenían una cuadra para los caballos, que las armaduras pesaban 30 kg (que digo yo que seguirán pesando lo mismo), que en la época existían unos hombres muy malos que iban degollando a todo noble que se cayera del caballo y que para distinguir a un noble de otro tenías que fijarte en el babero que llevaba puesto por encima de la armadura.
Dejamos atrás el castillo no sin antes mantener una interesante conversación con Jonatan sobre arte contemporáneo amateur y es que, ser mecánico no es un oficio… es un estilo de vida. Ya lo decía Bruce lee: BE MECHANICAL MY FRIEND. Como decía, cambiamos las paredes frías y empedradas del castillo por las paredes frías y empedradas de una cueva que hacía a su vez de restaurante. El grueso de la excursión se desarrollo aquí: las experiencias vividas durante la jornada convivieron en perfecta armonía con el vino de la casa, lo que propició un ambiente distendido y alegre, vamos que aquello era un no parar de reír. No es de extrañar, pues, que en tal ambiente y con tanta cantidad de vino correteando por sus venas cual niño inquieto en un parquecito sin columpios, Melani se arrancara con un chistecillo de esos de…. Se abre el telón (risas) se abre el telón (más risas) se abre el telón (risas de nuevo). Cabe decir a su favor que el chiste fue buenísimo y la espera, al final, mereció la pena.
Tras la comida nos montamos en los coches y partimos de vuelta a casa. Por el camino jugamos a yo te pongo este papelito y yo a ti este otro, ahora me paro a comprar turrones, pues ahora yo voy al cine, pues ahora yo me voy a jugar a los bolos, pues yo al futbolín, pues yo al trivial, pues yo me voy a cenar, pues yo no, pues entonces yo tampoco, pues me voy a mi casa, pues yo también.
Se cierra el Telón (llantos) y Telón no pudo salir.
A la una en punto nos reunimos en los exteriores del castillo de Montsonís con la nueva guía: una mujer de la misma franja de edad que la guía anterior, pero que debía de ser la alumna aventajada de la escuela de guías turísticas de Lerida. Mientras esta señora iniciaba su relato con las mismas ideas que nosotros ya sabíamos, Jonatan decidió demostrar sus dotes de piloto ante el tendido, demostrando que en cuanto a Tomtom está en sintonía con su navegador Gps, ya que confundió el pedal del freno con el del embrague precipitando su coche contra el que estaba un pelín más abajo. Para evitar la catástrofe decidió echar el freno de mano y, efectivamente, consiguió evitar la catástrofe pero a costa de pasar él, (y hacérnoslo pasar a nosotros) un momento bochornoso. ¡¡¡Si es que eso tendría que estar prohibido!!!
Ya dentro del castillo fuimos testigo de muchas cosas: que los nobles son unos horteras de la ostia y que los pasadizos secretos existen, pero están cerrados. Además, completamos nuestra sabiduría con ideas nuevas sobre los castillos: que no son tan grandes como aparecen en las películas medievales, que si el caballero de la entrada mira a la izquierda…bla bla bla, que si mira a la derecha… tararí que te vi y "si el caballer está mirant al frente"… entonces el inculto es el mecánico, que tenían una cuadra para los caballos, que las armaduras pesaban 30 kg (que digo yo que seguirán pesando lo mismo), que en la época existían unos hombres muy malos que iban degollando a todo noble que se cayera del caballo y que para distinguir a un noble de otro tenías que fijarte en el babero que llevaba puesto por encima de la armadura.
Dejamos atrás el castillo no sin antes mantener una interesante conversación con Jonatan sobre arte contemporáneo amateur y es que, ser mecánico no es un oficio… es un estilo de vida. Ya lo decía Bruce lee: BE MECHANICAL MY FRIEND. Como decía, cambiamos las paredes frías y empedradas del castillo por las paredes frías y empedradas de una cueva que hacía a su vez de restaurante. El grueso de la excursión se desarrollo aquí: las experiencias vividas durante la jornada convivieron en perfecta armonía con el vino de la casa, lo que propició un ambiente distendido y alegre, vamos que aquello era un no parar de reír. No es de extrañar, pues, que en tal ambiente y con tanta cantidad de vino correteando por sus venas cual niño inquieto en un parquecito sin columpios, Melani se arrancara con un chistecillo de esos de…. Se abre el telón (risas) se abre el telón (más risas) se abre el telón (risas de nuevo). Cabe decir a su favor que el chiste fue buenísimo y la espera, al final, mereció la pena.
Tras la comida nos montamos en los coches y partimos de vuelta a casa. Por el camino jugamos a yo te pongo este papelito y yo a ti este otro, ahora me paro a comprar turrones, pues ahora yo voy al cine, pues ahora yo me voy a jugar a los bolos, pues yo al futbolín, pues yo al trivial, pues yo me voy a cenar, pues yo no, pues entonces yo tampoco, pues me voy a mi casa, pues yo también.
Se cierra el Telón (llantos) y Telón no pudo salir.
AGUR
1 comentari:
mi comentario de la excursion esta en la primera parteee
sk mi ordenador va como kiereee
jejejeje
besinees
marieta
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